viernes, 30 de enero de 2009

A 30 años del conflicto de Beagle.

En los diarios hubo una celebración y posterior circo de destapar una placa sobre los 30 años de la mediación Papal sobre el conflicto en el sur de ambos países. Citan al General San Martín y a Bernardo O Higgins, y se habla de reforzar una hermandad entre "países hermanos".
Ahora bien, ¿es ésto posible? ¿Se puede confiar en nuestro vecino del oeste?



Para comprender por qué se hizo tanto hincapié en el Canal mencionado, hay que primero analizar a quién se centra en el conflicto : Chile, país que con su forma denota cierta irracionalidad geográfica, en realidad tan irracional no es. La corona Inglesa ayudó a O Higgins a independizar ese territorio estrecho, incómodo e impreciso, sólo por una razón: Quitarle a la Argentina toda posibilidad de acceder al pacífico. Tengan en cuenta la riqueza aduanera de Panamá, y multiplíquenla por todo nuestro territorio que accedería a los dos mares. Seríamos inmensamente ricos, poderosos, y tendríamos el poder de decidir quién recibe mercancía y quien no.. Recuerden sino cómo le robaron Antofogasta a Bolivia y por qué entraron en guerra con Perú en los años 90.
Volviendo al tema del Canal, Chile y Argentina aceptaron someter el diferendo al arbitraje de del Reino Unido con la condición de que fuera un tribunal arbitral compuesto por cinco peritos internacionales, nombrados por Chile y Argentina, quienes plantearan una propuesta a la monarca, la que finalmente aprobaría o rechazaría dicha propuesta de arbitraje, sin modificarla. El 22 de julio de 1971 los gobernantes Salvador Allende y el General Lanusse firmaron el Compromiso de Arbitraje entre Chile y Argentina, solicitud de Laudo Arbitral. Decidiéndose:
  1. Las islas Picton, Nueva y Lennox así como los islotes adyacentes pertenecen a Chile.
  2. Al dar el Tratado Límites de 1881 a Argentina una costa en el Canal Beagle, automáticamente el derecho internacional le concedía derechos marítimos sobre el canal, descartando la teoría de la costa seca. Conforme a lo anterior el tribunal trazó el límite al interior del canal de tal manera que ambos tuviesen libre navegación a sus puertos en el canal. En particular, dentro del canal, el islote Snipe fue otorgado a Chile y la isla Gable y las islas Becasse fueron otorgadas a Argentina.
Argentina declaró nula la sentencia, según su declaración, por deformación de las tesis argentinas, por abuso de las prerrogativas de la corte, por contradicciones lógicas, por errores de interpretación, por errores geográficos e históricos y por parcialidad. También se le consideró ilegal dentro de la legislación argentina por haber sido solicitado por un gobierno de facto, por que la solicitud no había sido aprobada por el congreso y por haber sido elaborado por la reina Isabel II.
Una vez Pinochet y Videla en el poder, se profundizó la contienda ya con tintes militaristas. A tal punto que hubo fuego cruzado en las fronteras, mientras el Papa Juan Pablo II se disponía a entregar casi todo el territorio en disputa a los Chilenos.
Estos ataques intensificaron posiciones en cada congreso, logrando que en la guerra de Malvinas Chile apoyara a los Ingleses, y luego de la guerra, en un gobierno criollo con fuerzas Armadas debilitadas, Pinochet pretendía una guerra con apoyo de las potencias de siempre.
En el retorno de la democracia, el pueblo votó a favor del laudo papal, que pregonaba la entrega del canal a los Chilenos.

Beagle es una cuenta pendiente en nuestro papel de nacionalistas, y evitar el manoseo de los gobiernos de izquierda es nuestra prioridad.
Michele Bachelet no es distinta a Pinochet. Sigue sus políticas económicas liberales de manera intacta, reprime manifestaciones a favor de la educación, y sostiene un sistema Chilote que apela a la polaridad social de manera tajante. Y nuestra presidente se saca fotos con ella. Ignorando el pasado. Ignorando NUESTRO pasado. Como si las muertes de nuestros soldados valieran lo mismo que hoy la soberanía. Es decir, nada.


¡VOLVEREMOS! ¡VIVA LA PATRIA TODA!

jueves, 22 de enero de 2009

Ataque al "Invencible".

El 30 de Mayo de 1983, el Diario ABC de Madrid publicaba:

"No sé si el sacrificio de estos pilotos devolverá las Malvinas a su país. Pero sé otra cosa, tal vez más importante... que cuando, en adelante, se imaginen al argentino ya no pensarán en el gaucho típico, en el engominado cantante de tangos o en la presidente de revista. Pensarán en esos pilotos que han sabido morir por saber por qué vivían, privilegio hoy al alcance de muy pocos. Es lugar común decir que Argentina ha sido bendecida por todos los dones del cielo y de la tierra; pero sobre todo, ahora lo vemos, por sus hijos que se hicieron aviadores."

El 29 de mayo por la mañana, la 2da. Escuadrilla de Caza y Ataque de la Fuerza Aérea Argentina recibió la orden de alistar sus aviones para atacar un blanco ubicado a unas 80 millas al este de las Malvinas, en el radial 090°.
En la Base Aérea de San Julián, siendo las 10:30 horas, el jefe de la Escuadrilla de aviones Skyhawk A4C citó en su despacho a los jefes de escuadras para explicarles que se había planeado una muy difícil misión y que la misma se llevaría a cabo en conjunto con aviones Super Etendard de la Armada.
El objetivo, les dijo, era el portaaviones “Invencible” al que se había ubicado en la posición indicada. Cuando terminó de hablar, el oficial preguntó a sus hombres quien se ofrecía a ir pero un silencio profundo siguió a sus palabras. Al cabo de unos segundos se escuchó la voz del primer teniente Ernesto Rubén Ureta que quebrando el silencio dijo:
-Yo voy.
Casi al instante habló su compañero y amigo de muchos años, el primer teniente José Daniel Vázquez para decir:
-Yo también.
El jefe de aquellos hombres sintió una profunda emoción y una agradable sensación de orgullo al ver a sus hombres ofrecerse voluntariamente para una misión de la que se sabía, resultaría sumamente difícil regresar. Les explicó que Vázquez sería el jefe y que debían ser ellos los encargados de elegir a sus compañeros.
Ureta seleccionó al primer teniente Omar Jesús Castillo y a su compañero, el alférez Gerardo Guillermo Isaac. Un quinto piloto, el teniente Daniel Paredi, conduciría hasta Río Grande a un quinto aparato que haría las veces de reserva.Los cinco Skyhawks despegaron desde su base rumbo a Tierra del Fuego a las 12:45 y tras un vuelo sin inconvenientes, aterrizaron una hora después. Detrás de ellos, en un Learjet, viajaba el jefe de la Escuadrilla con los planes y cálculos de combustible que sus máquinas necesitarían para llevar a cabo la arriesgada incursión.

Se trataba de una misión sumamente compleja en la que los aviones deberían rodear el archipiélago a unas 200 millas por el sur, remontar luego hacia el norte y atacar a las naves enemigas ¡“desde el este”!. Para ese momento, volaban también hacia Río Grande los Super Etendard de la Marina, listos para unirse a sus hermanos de la Fuerza Aérea.
Al día siguiente, cuando todo estuvo listo, tuvo lugar la histórica misión. El primero en despegar, cerca del medio día, fue el capitán de la Armada Argentina Alejandro Francisco, seguido segundos después por su numeral, teniente Luís Antonio Collavino. Cinco minutos después partieron los A4C de Fuerza Aérea encabezados por su jefe, el primer teniente Vázquez a quien siguieron, en este orden, su segundo, el primer teniente Ureta y sus escoltas, el teniente Castillo y el alférez Isaac.
Ascendieron todos hasta los 12.000 pies y poniendo rumbo sudeste, con muy buen tiempo, se encontraron cincuenta minutos después, con los aviones cisternas KC-130.
Los ocho aparatos volaron juntos, a lo largo de 300 kilómetros, turnándose para efectuar la carga. Al alcanzar el punto convenido, los Hércules KC-130 se separaron y se alejaron lentamente hacia el continente mientras los cazas continuaban rumbo al este, adoptando formación de ataque.
Afortunadamente la lluvia era intensa y sirvió para que la sal no se cristalizara contra los vidrios y entorpeciese la visión. De todas maneras, hubo una pérdida de contacto visual que produjo un leve desvío de ruta. Sin embargo, el excelente sistema de navegación de los Super Etendard permitió a la formación corregir el rumbo y seguir adelante sin inconvenientes.
Volando rasantes sobre un mar embravecido y con absoluto silencio de radio para no advertir al enemigo, los cazas argentinos se aproximaron a las islas, comunicándose a través de señas. Todos rezaban para que nada fallase; se sabía que si el avión que transportaba el Exocet tenía problemas, la misión debería abortar.
La formación atravesaba el último pasaje previo al ataque cuando los Super Etendard ascendieron unos metros para emitir con el radar. Deberían hacerlo rápido para evitar su detección.

Un número considerable de ecos dispersos iluminó las pantallas de a bordo, demostrando una actividad naval enemiga poco convencional. Francisco y Collavino descendieron inmediatamente, seguros que se trataba de señales verdaderas y al ascender por segunda vez para detectar el blanco, el primero rompió el silencio para comunicar que había enganchado el blanco:
— ¡20 millas al frente en proa!. Disparo misil!
Los seis pilotos experimentaron una gran tensión pues sabían que un duro combate estaba por empezar. Francisco oprimió el obturador y lanzó el misil. Sus compañeros vieron al Exocet caer hacia las aguas y cuando parecía que iba a colisionar con ellas, observaron como encendía su motor y comenzaba a volar estabilizadamente al ras de la superficie. Los Super Etendard viraron hacia la izquierda y se alejaron. Era el turno de la Fuerza Aérea.
Volando a 30 metros del agua, los pilotos se concentraron sobre el objetivo, listos para abrir fuego con sus cañones.
De manera repentina el teniente Ureta vio estallar a su lado al avión del primer teniente Vázquez. El aparato, alcanzado por un Sea Wolf, dio una vuelta hacia adelante y estalló sin dar tiempo a su piloto a eyectarse. El alférez Isaac, que volaba muy cerca, sintió una impresionante sacudida, producto del estallido.Ureta, seguido por sus compañeros, siguió avanzando firmemente mientras los ingleses les disparaban con todo lo que podían. A bordo de sus naves sonaban las alarmas y la tripulación se arrojaba en busca de protección.
Poco después se deshizo en el aire el teniente Castillo.
Con un nudo en la garganta por la muerte de sus compañeros, pero sin dejarse amedrentar, los aviadores restantes continuaron volando hacia el objetivo a toda velocidad. Antes de disparar sus cañones, Ureta alcanzó a distinguir la inconfundible silueta del “Invincible”, con su pista de aterrizaje, la isla y las dos bochas blancas de los radomes de proa y popa.
Cuando tuvo al buque en la mira, Ureta disparó sus cañones pero solo salió una ráfaga corta porque los mismos se trabaron. Entonces se elevó y arrojó sus bombas en el momento en que iniciaba el salto por encima de la estructura, cruzando desde popa y escapando a la derecha. Detrás suyo el alférez Isaac avanzaba disparando sus ráfagas de metralla e impactando con sus proyectiles de 30mm el casco de la embarcación. Antes de chocar contra él se elevó y también arrojó su carga no sin antes comprobar que la nave parecía hallarse detenida ya que no se veía la típica estela blanca en el agua, detrás.
Cuando los pilotos iniciaban el viraje para efectuar la maniobra de escape, vieron que el barco se hallaba casi cubierto por gruesas columnas de espeso humo. En ese momento se perdieron ambos de vista pero minutos después reestablecieron el contacto mientras volaban con el mismo rumbo y silencio total de radio.
Mientras el portaviones británicos ardía a sus espaldas, los aviadores argentinos se encontraron en el punto establecido con el avión cisterna, el fiel Hércules KC-130, que volaba a 5000 metros de altura, sobre las azules aguas del mar. El tiempo era bueno y la visibilidad también.
Los pilotos tuvieron dificultad para embocar sus lanzas en las canastas de las mangueras debido a la enorme tensión que habían experimentado. Sin embargo, la operación se realizó sin inconvenientes y pudieron continuar.

Aterrizaron en Río Grande sin inconvenientes, primero Ureta y segundos después Isaac. Mucha gente los esperaba, entre ellos, el capitán Francisco y el teniente Collavino. La muerte de Vázquez y Castillo había causado pesar en el ánimo de todos. Los dos pilotos de la Fuerza Aérea se abrazaron y lloraron amargamente mientras sus compañeros de la Armada, que los observaban, sentían la pérdida como propia. Otros dos valientes argentinos habían caído para siempre en la helada inmensidad del Atlántico Sur, demostrando una vez más su coraje y su honor.
El 30 de mayo, el “Invincible” fue atacado con el último Exocet que le quedaba a la Argentina.

Fuente: "Malvinas: Guerra en el Atlántico Sur" (inédito) Alberto N. Manfredi (h)

¡VIVA LA PATRIA!

domingo, 18 de enero de 2009

Dolchstoßlegende (o Dolchstosslegende)

La Dolchstoßlegende (o Dolchstosslegende, en alemán es traducible por "leyenda de la puñalada por la espalda") hace referencia al mito social y a la teoría popular de persecución y propaganda en Alemania durante el periodo de entreguerras (1918-1939). Esta teoría atribuye la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial a un determinado número de asuntos internos domésticos, en lugar de a una fallida geoestratégica militar. En especial, la teoría subraya que el pueblo alemán no supo responder a la "llamada patriótica" en el momento crucial de la guerra y que algunos habrían "saboteado el esfuerzo bélico" a propósito.
El Dolchstoß se tiene como uno de los factores más importantes para explicar el ascenso al poder de Adolf Hitler más adelante, ya que gran parte de la base política inicial del Partido Nazi la componían veteranos de la Primera Guerra Mundial y muchos de los que eran cercanos a la interpretación Dolchstoß de la historia reciente alemana.



Motivación
1. Perspectivas de la Guerra, el Espíritu de 1914

El inicio de la Primera Guerra Mundial en 1914 parecía que iba a borrar muchas de las diferencias políticas existentes en la sociedad alemana de principios del siglo XX; católicos, judíos, luteranos, socialistas, conservadores y liberales fueron sobrepasados por el fenómeno del Espíritu de 1914. Masas jubilosas se reunían para escuchar las noticias sobre la guerra y una fuerte ola de euforia tuvo lugar en todas las celebraciones públicas. El orgullo nacional había mostrado todo su potencial como fuerza de unión y cohesión; muchos consideraron que estaban en el inicio de una nueva era, basada casi por completo en la infravaloración de los horrores de la guerra y en la fe en una rápida y poco sangrienta victoria.
Muchos tenían la impresión de que la Triple Entente había anunciado la guerra, y desde esa perspectiva la causa alemana en la guerra estaba justificada. La Rusia Imperial era vista como una potencia con ambiciones expansionistas y el resentimiento de Francia contra Alemania por su derrota en la Guerra Franco-Prusiana de 1870 era bien conocido. Después, los alemanes quedaron sorprendidos al conocer que el Reino Unido había entrado en la guerra, y muchos sintieron que su país estaba siendo atacado en grupo; daba la sensación de que el Reino Unido usaba al asunto de la neutralidad belga como excusa para entrar en la guerra y así neutralizar las amenazas alemanas a los intereses comerciales británicos.
Según la guerra parecía no terminar nunca, las ilusiones de una victoria fácil se desvanecieron, y los alemanes comenzaron a sufrir las consecuencias de la que sería una guerra terriblemente costosa. Con la euforia inicial terminada, resurgieron las viejas divisiones. Las sospechas contra los católicos, socialdemócratas, y judíos crecieron a la vez que el entusiasmo inicial decaía. En consecuencia las lealtades nacionales se pusieron en entredicho. Antes de la guerra existía bastante tensión política, especialmente ante la creciente presencia de socialdemócratas en el Reichstag. Esto generaba muchos temores en la aristocracia en el poder y sirvió para que se le negasen a Erich Ludendorff los fondos que reclamaba para el Ejército alemán.

2. Beneficio y desorden civil


Aquellos que se estaban beneficiando de la guerra fueron también objeto de críticas. Krupp mismo fue acusado de fabricar armas para ambos bandos —una práctica extremadamente beneficiosa. Los intereses individuales aumentaron en otros sectores. Mientras los administradores hicieron frente a la economía de tiempos de guerra introduciendo nuevas medidas como los precios máximos fijos y otras, los productores respondieron en muchos casos haciendo nuevos productos y abandonando los "controlados", lo que dio paso a escaseces. Esto llevó a una gran tensión entre las ciudades y el campo y, aún más importante, privaciones exacerbadas y enfrentamientos entre clases. En 1917 las huelgas se habían convertido en algo común a lo largo de Alemania, y los trabajadores industriales que tomaron parte en estos eventos fueron vistos con desdén por parte de la población. Ese año hubo casi quinientas huelgas en el país dando como resultado más de dos millones de días de trabajo perdidos.
El desorden civil creció como resultado de la incapacidad para encontrar acuerdos entre las partes, con o sin la presunta "escasez de patriotismo". Siendo cierto que la producción se desplomó durante los años cruciales de 1917 y 1918, la nación había maximizado su esfuerzo bélico y no podía ir más allá. Los datos de producción en bruto confirman que Alemania posiblemente no habría podido ganar una guerra de desgaste contra Reino Unido, Francia y los Estados Unidos combinados. A pesar de su superioridad individual, el potencial industrial y humano de Alemania eran igualados y superados por la Entente en su conjunto. La retirada de Rusia en 1917 apenas afectó al resultado global, en tanto que los Estados Unidos entraron en la guerra a partir del 16 de abril de 1917. La producción industrial americana sobrepasaba a la alemana por sí sola.

3. Propaganda aliada


En sus memorias, Erich Ludendorff permanentemente señala que el liderazgo Hohenzollern falló a la hora de considerar el poder la propaganda Aliada y de saber manejar la propia. La prensa Británica y Americana tuvo un éxito espectacular con su campaña de folleto y tabloide. El punto de vista en que la autocracia alemana era una exportación del "militarismo Prusiano" y también culpable de crímenes contra la humanidad incluso tuvo efecto sobre la sociedad alemana. Tras la salida de la Rusia Imperial de la guerra, la reivindicación del contraste entre el "mundo libre" que quería la paz contra la "bárbara" autocrática Alemania que se suponía que sólo quería la guerra se convirtió en un tema recurrente.
Pese a que frecuentemente se consideraba a Alemania la agresora y por tanto responsable de la guerra, todas sus propuestas de paz fueron rechazadas. Ludendorff estaba convencido de que la Entente únicamente quería una paz draconiana. Esto no es el mensaje que la mayoría de los alemanes percibían del otro lado de la líneas. Los Catorce puntos del Presidente Wilson eran especialmente populares entre la población alemana. Socialistas y liberales, especialmente los Socialdemócratas que integraban la mayor parte del parlamento, eran conocidos "agitadores" por el cambio social antes de 1914. Cuando los Aliados prometieron la paz y la restauración total, el entusiasmo patriótico comenzó a menguar. De un modo parecido, los aliados de Alemania empezaron a cuestionarse la causa de la guerra al extenderse el conflicto, y encontraron respuestas a sus dudas en la propaganda Aliada.
Cuando se firmó el armisticio en 1918, la profecía de Ludendorff pareció tomar forma en el acto; aunque los combates habían terminado, los británicos mantuvieron su bloqueo sobre el continente europeo todo un año provocando hambrunas y graves malnutriciones. La paz no negociable acordada por los políticos de la República de Weimar en el Tratado de Versalles no fue, ciertamente, lo que los alemanes partidarios de la paz habían esperado.

4. El Tratado de Versalles


Como resultado del Tratado el territorio de Alemania se vio reducido en un tercio, la zona del Rhin se desmilitarizó y tropas Aliadas ocuparon diversas zonas del territorio. También hubo unas tremendas reparaciones de guerra que debían pagarse en un período de setenta años (hasta 1988), aunque terminaron en 1931 pese a las complicadas circunstancias. Quizá el aspecto más importante del Tratado en lo referente a la Dolchstosslegende fue la Claúsula de Culpabilidad de la Guerra, que forzó a Alemania a aceptar completamente ser la única responsable de la guerra. El Tratado fue enormemente impopular en Alemania, en buena medida porque penetraba mucho en la soberanía alemana. La Dolchstosslegende fue la antítesis aceptada contra la Claúsula de Culpabilidad de la Guerra, ya que esta se consideraba completamente contraria a lo que el pueblo consideraba lo real.


5. Reacciones y reflexiones de la Postguerra


Líderes conservadores, nacionalistas y ex-militares comenzaron a criticar tanto la paz como a los políticos de Weimar. Socialistas, comunistas y judíos eran mirados con suspicacia debido a sus supuestas lealtades extra-nacionales. Se rumoreaba que no habían apoyado la guerra y que habían tenido un papel importante en la venta de Alemania a sus enemigos. Estos Criminales de Noviembre, o aquellos que parecían beneficiarse de la nueva República de Weimar, eran vistos como aquellos que habían apuñalado por la espalda el frente interior, ya fuera por medio de críticas al nacionalismo alemán o instigando revueltas y huelgas en las industrias militares más importantes. En esencia la acusación era de haber cometido traición contra la "benévola y correcta" causa común.
Estas teorías ganaron credibilidad al contrastarse con los hechos. Cuando Alemania se rindió en Noviembre de 1918, sus ejércitos continuaban en territorio francés y belga. No sólo el ejército alemán estuvo en territorio enemigo durante toda la guerra en el Frente Occidental, en el Frente Oriental Alemania ya había ganado la guerra a a Rusia, concluyendo en el Tratado de Brest-Litovsk. En el Oeste, Alemania estuvo cerca de ganar la guerra en la Ofensiva de Primavera. Contribuyendo a la Dolchstosslegende, el fracaso de esta ofensiva se explicó acusando de ello a las huelgas en la industria armamentística en momentos críticos de la ofensiva, dejando a los soldados sin el adecuado suministro de material. Se consideró que las huelgas fueron instigadas por elementos traicioneros, siendo los judíos los que recibieron la mayor parte de las acusaciones. Todo esto pasó por alto la posición estratégica de Alemania e ignoró como algunos esfuerzos individulaes en el frente fueron marginados al estar los beligerantes envueltos en un nuevo tipo de guerra. La Economía de guerra había deshumanizado todo el proceso e hizo posible un nuevo tipo de derrota que los alemanes sufrieron al surgir la llamada guerra total.
Sin embargo, este mito social de la traición interna resonó entre la audiencia alemana, y sus acusaciones se codificarían como la base del apoyo social al emergente Partido Nazi, bajo un nacionalismo de base racial. El antisemitismo fue intensificado por la República Soviética de Baviera, un gobierno comunista que gobernó la ciudad de Munich durante dos semanas antes de ser aplastado por las milicias Freikorps. La mayoría de los líderes de la República Soviética de Baviera eran judíos, un hecho que sirvió para que los propagandistas antisemitas hicieran la conexión con la "traición comunista".

Orígenes

En la parte final de la guerra, Alemania estaba siendo gobernada prácticamente como una dictadura militar, con el Alto Mando Supremo o Oberste Heeresleitung (OHL) y el Generalfeldmarschall Paul von Hindenburg como Comandante en Jefe aconsejando al Kaiser Guillermo II de Alemania. Después de que la última ofensiva alemana fracasase en el frente occidental en 1918, el esfuerzo militar alemán se colapsó. Como reacción, el OHL ordenó un veloz cambio de gobierno pasando a uno civil. El General Ludendorff, Comandante Supremo del ejército alemán dijo:
"Le he comunicado a Su Excelencia que ha llegado el momento de colocar en el poder a esos círculos a los que tenemos que agradecer que hayan aguantado tanto. Por ello ahora debemos nombrar a esos caballeros para los puestos de ministros. Ahora podrán hacer la paz que debe hacerse. ¡Pueden comerse la sopa que nos han estado preparando!"
El 11 de noviembre de 1918, los representantes de la recién formada República de Weimar firmaron un armisticio con los Aliados terminando así la Primera Guerra Mundial. El subsiguiente Tratado de Versalles implicó la pérdida de territorios y las reparaciones económicas a los vencedores. Como el Kaiser había sido obligado a renunciar y los militares renunciaron al poder ejecutivo, fue el "gobierno civil" el encargado de buscar la paz - la firma del documento de paz la realizó el Católico Centrista Matthias Erzberger, un civil, que fue posteriormente asesinado por su presunta traición. Esto llevó a la firma del Tratado de Versalles. Aunque públicamente despreciaron el tratado, fue lo más conveniente para los generales alemanes — no hubo tribunales de crímenes de guerra, se les consideraba héroes invictos y podían, secretamente, preparar la caída de la república que ellos habían ayudado a crear.
En 1919 el Ejército Provisional Nacional comenzó a "educar" a un impresionable Adolf Hitler sobre las causas de la guerra y de la derrota, fijando firmemente la Dolchstosslegende en su pensamiento; sería el propio Ludendorff quien lideraría el fracasado Putsch de Múnich el 8 de noviembre de 1923 junto con Hitler; fue el Reichswehr el que proveyó al Partido Nazi de sus primeros afiliados y fue el anciano de 85 años Paul von Hindenburg quien nombraría a Hitler canciller de Alemania el 30 de junio de 1933.
El nacimiento oficial del término posiblemente se puede datar a mediados de 1919, cuando Ludendorff estaba celebrando una comida con el general Británico Sir Neil Malcolm. Malcolm le preguntó a Ludendorff cómo había sido posible que la dura Alemania perdiese la guerra. Ludendorff contestó con la típica lista de excusas: el frente interior falló, etc. Entonces, Sir Neil Malcolm dijo que "eso suena como si les hubiesen dado una puñalada por la espalda, ¿no cree?" La frase le gustó a Ludendorff y él mismo la extendió entre los otros generales alemanes asegurando que esta era la versión oficial, y después se expandió por toda la sociedad alemana. Esta idea fue adoptada por las facciones políticas de derechas y usado como una forma de ataque contra el gobierno socialdemócrata de Weimar, el cual había llegado al poder en la Revolución de Noviembre de 1918.
Richard Steigmann-Gall dijo que la leyenda de la puñalada por la espalda se remonta al sermón predicado el 3 de febrero de 1918 por el Capellán Protestante de la Corte Bruno Doehring, seis meses antes de que la guerra hubiese terminado.[1] El erudito alemán Boris Barth, al contrario que Steigmann-Gall, insinuó que Doehring no usó exactamente ese término, sino que sólo habló de "traición".[2] Barth rastrea el primer uso documentado del término en una reunión de políticos centristas que tuvo lugar el 2 de noviembre de 1918 en Munich Loewenbraeu-Keller, en la que Ernst Müller-Meiningen, un miembro de la coalición Progresista del Reichstag usó el término para exhortar a sus oyentes para que continuasen luchando:
'Mientras el frente se mantenga, nosotros tenemos la obligación de seguir resistiendo en nuestra patria. Nos avergonzaremos delante de nuestros hijos y nietos si atacamos al frente de batalla por la espalda y le damos una puñalada. ("...wenn wir der Front in den Rücken fielen und ihr den Dolchstoß versetzten.")
Barth también demostró que el término se popularizó cuando el periódico patriótico alemán Deutsche Tageszeitung citó el 17 de diciembre de 1918 un artículo del Neue Zürcher Zeitung que resumía dos artículos previos del general Británico Maurice con la frase de que el ejército alemán había sido "apuñalado por la espalda por la población civil" ("von der Zivilbevölkerung von hinten erdolcht."). (Maurice más tarde desmintió haber usado ese término.) De esta manera Barth demostró que el término ya era usado de manera común bastante tiempo antes de la apócrifa conversación entre Ludendorff y Malcolm.
Las acusaciones de que la izquierda había sido cómplice de la derrota alemana señalaron duramente a figuras como Kurt Eisner; un judío alemán nacido en Berlín que vivía en Munich. Este había escrito reiteradamente desde 1916 acerca de la naturaleza ilegal de la guerra y fue una figura importante en la revolución de Munich hasta que fue asesinado en febrero de 1919. La República de Weimar, bajo el gobierno de Friedrich Ebert, no dudó en aplastar violentamente las revueltas de obreros con la ayuda de Gustav Noske y el Reichswehr General Groener, y toleró las paramilitares Freikorps existentes por toda Alemania. A pesar de esta tolerancia, la legitimidad de la República fue atacada constantemente alegando cosas como "la puñalada por la espalda". Muchos de sus representantes, como Matthias Erzberger y Walther Rathenau fueron asesinados, y los líderes fueron tildados de "criminales" y judíos por la prensa de derechas que dominaba Alfred Hugenberg.
El historiador alemán Friedrich Meinecke intentó señalar el origen del término en un artículo del periódico vienés Neue Freie Presse de fecha 11 de junio de 1922. En las elecciones nacionales de 1924 el diario cultural muniqués Süddeutsche Monatshefte publicó una serie de artículos acusando al SPD y a los sindicatos de ser los culpables de la derrota alemana en la guerra (la ilustración que encabeza esta página es la portada de abril de 1924 de este diario, que fue publicada durante el juicio a Hitler y Ludendorff por alta traición). El editor de un periódico del SPD demandó al diario por difamación, dando lugar a lo que se conoce como el Munich Dolchstoßprozess desde el 19 de octubre al 20 de noviembre de 1924. Muchas figuras relevantes testificaron en ese juicio, incluyendo a miembros del comité parlamentario encargado de investigar las causas de la derrota, por lo que algunos de los resultados de dicho comité se hicieron públicos mucho antes de que se publicase el informe oficial del comité en 1928.
El Dolchstoß fue la imagen central que produjeron muchos de los partidos políticos conservadores y derechistas que surgieron en los primeros momentos de la República de Weimar, incluyendo el NSDAP de Hitler. Para el propio Hitler, este modelo explicativo de la Primera Guerra Mundial fue de una importancia personal crucial. Él se enteró de la derrota de Alemania mientras estaba siendo tratado de una ceguera temporal por producida por un ataque con gases en el frente. En Mein Kampf describe una visión que tuvo que fue la que le impulsó a entrar en política. Todo a lo largo de su carrera política atacó sistemáticamente a los "criminales de noviembre" de 1918 quienes habían apuñalado por la espalda al ejército alemán.

viernes, 16 de enero de 2009

Ingo Schwichtenberg

Ingo Schwichtenberg (18 de mayo de 1965 - 8 de marzo de 1995) fue el baterista original de la banda alemana de Heavy Metal "Helloween" cuando fue formada en el año 1984Y antes (iron fist)



Ingo se caracterizó por su gran energía para tocar la batería y su gran sonrisa. Fue imitado por muchos bateristas del generó Power Metal en los años 90.

Su estadía en Helloween duró nueve años. Ingo fue despedido de la banda en el año 1993 durante el tour del álbum Chameleon. Las razones que se dieron fue que Ingo tenía problemas mentales y de drogas. Ingo también sufría de esquizofrenia, y su negativa a tomar su medicación le llevaría a los episodios más extraños tales como depresión incontrolable, que hacía imposible que actuara. Además Ingo no estaba contento con la dirección musical que había tomado la banda.

Después de su salida de la banda, su depresión creció y creció, y la repentina muerte de su padre hizo que acabase suicidándose en 1995, saltando a la vía del metro. Dicen que tenía puesta una camiseta de Helloween. La sonrisa contagiosa de Ingo Schwichtenberg y su gran forma y entusiasmo de tocar la batería son recordados con cariño por los miembros de la banda. El reemplazo de Ingo en la banda fue Uli Kusch.







lunes, 12 de enero de 2009

Hans Langsdorff.

Bueno, en la apertura de este blog voy a mostrar a un personaje digno de admiración, un militar como casi ningún otro. Es el Capitán Hans Langsdorff, capitán del buque de guerra Admiral Graf Spee, de la Kreigsmarine.



Hans Wilhelm Langsdorff (Kapitän zur See) (Rügen, 20 de marzo de 1894 – Buenos Aires, 19 de diciembre de 1939) fue un oficial naval alemán, famoso por comandar el Panzerschiff acorazado de bolsillo Admiral Graf Spee durante la Batalla del Río de la Plata.



Langsdorff nació en Bergen auf Rügen (Bergen) en la isla de Rügen en 1894, fue el mayor de una familia con tradiciones en leyes y religiosas más que navales. En 1898 la familia se muda a Düsseldorf, donde eran vecinos de la familia del Conde (Graf) Maximilian von Spee, difunto héroe naval mientras perdía a todas sus fuerzas de comando en la batalla de las Islas Malvinas en 1914. Influenciado por esa honorable historia, Langsdorff entra en la Academia Naval de Kiel contra el deseo de sus padres, en 1912. En la Primera Guerra Mundial el luego Tte. Langsdorff recibe la Cruz de Hierro de 2ª Clase en la batalla de Jutlandia en 1916, luego embarca en un "barreminas" por el resto de la guerra. Recibe también la Cruz de Hierro de 1ª Clase, sin saberse con exactitud el porqué.
En 1923 mientras está afectado en la Oficina Naval en Dresden, conoce a Ruth Hager, casándose en marzo de 1924, naciendo el hijo Johann el 14 de diciembre. En octubre de 1925 pasa al Ministerio de Defensa en Berlín, coordinando relaciones entre la Marina y el Ejército. En 1927 Langsdorff, toma el comando de una flotilla de torpederas. En abril de 1930 es promovido a Tte. Comandante. En 1931 vuelve a Berlín porque le reconocen sus habilidades administrativas. Siguiendo el camino al poder de los nazis, Langsdorff está en servicio del mar en 1934, pero luego se apunta en el Ministerio del Interior.
En 1936 y 1937, embarcado en el nuevo Admiral Graf Spee en el staff del Almirante Bohen, Langsdorff participa en el soporte germano a los nacionalistas de Francisco Franco en la Guerra Civil Española. El 1 de enero de 1937 Langsdorff es promovido a Capitán, tomando el comando del Admiral Graf Spee el primero de noviembre de 1938.
El 21 de agosto de 1939 el Graf Spee leva anclas con órdenes de hundir barcos comerciales enemigos en el océano Atlántico Sur, siguiendo el comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Durante las tres primeras semanas de la guerra, el buque llega por el mar abierto al este de Brasil, mientras el gobierno determinaba cuan seria era la amenaza británica en esas aguas. El 20 de septiembre de 1939, el Graf Spee es autorizado a llevar a cabo las órdenes.
En las siguientes diez semanas, Langsdorff y el Admiral Graf Spee fueron extremadamente exitosos, deteniendo y hundiendo nueve barcos mercantes británicos: 50.000 t, y sin haber matado a nadie, ya que recogieron a todos los marineros de los barcos atacados antes de hundirlos.
En la madrugada del 13 de diciembre de 1939 sus avisadores reportan la vista de un crucero y dos destructores ingleses. Así Langsdorff inicia el "zafarrancho de combate" para atacarlos ya que aparentemente los enemigos eran cruceros livianos (HMS Ajax y el HMS Achilles) con el agregado del crucero pesado HMS Exeter. En este punto, Langsdorff y su oficialidad cometen un gravoso error táctico -- su nave tenía más armas que todos sus oponentes (280 mm calibre mayor, al Exeter 200 mm y el Ajax yel Achilles 150 mm), o sea que si él hubiera concentrado su fuego sobre el Exeter primero, el Admiral Graf Spee lo hundía y seguía con las otras naves enemigas livianas. En cambio, Langsdorff distribuyó su poder de fuego entre los tres blancos, con el resultado de que si bien el Exeter quedó severamente dañado y forzado a abandonar el escenario en 30 min, los otros buques le pegaron 20 hits al Admiral Graf Spee, incluyendo sobre los alimentadores de las baterías. Langsdorff y los almirantes ingleses deciden cesar la acción, yendo Langsdorff al puerto "neutral" de Montevideo, ROU para reparaciones.
Las autoridades uruguayas siguiendo tratados internationales, dieron 72 h en vez de las normales 24 h, entonces el Graf Spee debía abandonar el puerto a las 20.00 del 17 de diciembre de 1939 o sería internado durante toda la guerra. Langsdorff escucha órdenes de Berlín, y "...no debe dejar que la nave sea internada en Uruguay (que simpatizaba con los ingleses)..."; él podría llevar el barco al más amigo puerto de Buenos Aires, Argentina aunque el canal apenas era suficiente para el calado del Admiral Graf Spee; podría llevar el buque al mar y dar batalla a las fuerzas inglesas nuevamente (los británicos generaban propaganda de que una gran fuerza ya estaba a la espera de entrar en combate -- aunque en realidad no podían arribar antes de cinco días); o podría hundir el barco. Al borde del tiempo límite, el Graf Spee levó anclas y dejó puerto dirigiéndose hacia el Canal a Buenos Aires. Sin embargo, al dejar el límite fluvial uruguayo aguas territoriales se detuvo, su tripulación pasó a barcas argentinas. Al poco tiempo, plantaron cargas que explotaron al Graf Spee y éste se sumergió 7 m (en 2006 sigue allí sobre el fango, hasta a 8 m de prof., según la marea). La tripulación descendió en Buenos Aires, donde permanecieron internados por el resto de la guerra.
Una de las razones que pudieron influir más en la decisión tomada finalmente por Langsdorff es que las cocinas y despensas del barco habían quedado destruidas por completo. Por lo que incluso logrando romper el bloqueo de los ingleses, algo bastante posible, lo habrían tenido tan difícil para llegar a un puerto aliado sin provisiones y perseguido por la flota inglesa que es probable que Langsdorff no quisiera arriesgar las vidas de sus hombres en una travesía prácticamente suicida.
Langsdorff estaba en el Hotel Naval en Buenos Aires, donde le escribió cartas a su familia y superiores. En la tarde del 19 de diciembre de 1939 se apoyó sobre la "bandera de combate" del Graf Spee y se disparó - ¿evitó posteriores acciones?. Es una hipótesis más, que la muerte de Langsdorff haya sido instigada o compelida por las autoridades nazis. Hans Langsdorff recibió sepultura en la Sección Germana del Cementerio de la Chacarita en Buenos Aires, Argentina.


Carta al Embajador:

“Excelencia:

Después de haber luchado largo tiempo, he tomado la grave decisión de hundir el acorazado Admiral Graf Spee, a fin de que no caiga en manos del enemigo. Estoy convencido de que, en estas circunstancias, no me quedaba otra resolución que tomar después de haber conducido mi buque a la “trampa” de Montevideo. En efecto, toda tentativa para abrir un camino hacia alta mar estaba condenada al fracaso a causa de las pocas municiones que me quedaban. Una vez agotadas esas municiones, sólo en aguas profundas podía hundir el buque a fin de impedir que el enemigo se apoderara de él. Antes de exponer mi navío a caer parcial o totalmente en manos del enemigo, después de haberse batido bravamente, he decidido no combatir, sino destruir su material y hundirlo… Desde un principio he aceptado sufrir las consecuencias que implicaba mi resolución. Para un comandante que tiene sentido del honor, se sobreentiende que su suerte personal no puede separarse de la de su navío… Ya no podré participar activamente en la lucha que libra actualmente mi país. Sólo puedo probar con mi muerte que los marinos del Tercer Reich están dispuestos a sacrificar su vida por el honor de su bandera. A mí sólo corresponde la responsabilidad del hundimiento del acorazado Admiral Graf Spee. Soy feliz al pagar con mi vida cualquier reproche que pudiera formularse contra el honor de nuestra Marina, Me enfrento con mi destino conservando mi fe intacta en la causa y el porvenir de mi Patria y de mi Führer. Dirijo esta carta a Vuestra Excelencia en la calma de la tarde, después de haber reflexionado tranquilamente, para que usted pueda informar a mis superiores y, si es necesario, desmentir los rumores públicos.

Capitán de navío Langsdorff Comandante del acorazado Admiral Graf Spee”.